Casa en Valdivia construida el 2010 con estándares Passivhaus no baja de 20 grados con 0 consumo energético

Proyecto de eficiencia energética de esta casa fue desarrollado por EEChile bajo la dirección de George Sommerhoff.

Para poner en práctica real el estándar Passivhaus, que es el más exigente a nivel mundial, nos propusimos como empresa diseñar y construir un prototipo de 140 m2 para evaluar todas las dificultades en la ejecución y medir los resultados empíricamente.

El año 2006 asistimos al congreso internacional Passivhaus en Hannover, Alemania, y 2 años más tarde Sommerhoff realizó curso Passivhaus en Escocia, logrando ser el primer profesional Passivhaus Designer acreditado en Latinoamérica.

George Sommerhoff es actual Director del Instituto Passivhaus Chile y uno de los socios de EEChile, empresa que está actualmente desarrollando los procesos para la obtención de la certificación Passivhaus de esta casa.

Animación casa con recuperador de calor

Animación recuperador de calor

Gráfico de temperatura


Textos extraídos de reportaje de LUN del 16 de septiembre de 2019

Los secretos de la casa de Valdivia que no necesita estufa

Un sistema de tubos subterráneos calienta o enfría el aire, según la época del año, y luego lo introduce en la propiedad.

Con una temperatura en torno a los 10ºC este mes y 20ºC en verano, pero con mucha lluvia durante todo el año, la casa de 140 m2 y dos pisos de Pilar García (62 años) en Valdivia no ocupa ningún tipo de calefacción. No tiene estufas y anda con ropa liviana como si fuera verano en su interior.

“No hemos comprado nada para temperar. En invierno y verano uso una camisola de manga corta”, cuenta García.

Su cuenta de electricidad sólo refleja lo que usa en cocinar e iluminar.

“En la casa donde vivíamos antes gastaba cerca de $100.000 mensuales en calefacción a gas. Hoy no tenemos ese gasto y pagamos en electricidad entre $38.000 y $40.000”, afirma.

La casa es de madera por fuera y luce como una más en el sector, pero es una propiedad pionera en Chile. Construida hace diez años de forma autodidacta por el ingeniero en sonido y doctor en Ingeniería Industrial, George Sommerhoff, se bada en los principios del sistema Passive House (casa pasiva), una certificación alemana que promueve la construcción eficiente y el ahorro hasta de un 90% de energía en sistemas de calor o frío.

El ingeniero se especializó en el Centro de Investigación de Sistemas de Energía de la Universidad de Strathclyde en Escocia. Al llegar a Chile, diseñó y construyó esta casa a su hija en un costo aproximado de $40.000.000. Dice que lo ayudaron sus amigo y él mismo capacitó a los maestros; que si la hubiera encargado a una empresa, habría gastado al menos $120.000.000. La misma casa, con materiales tradicionales, había costado 114.000.000, diferencia que se recupera rápidamente al no tener que comprar leña.

“Casi todas las viviendas de este sector y tamaño usan 15 o más metros cúbicos de leña al año y gastan en manutención de calderas de por vida”, dice el también director del Instituto Passivhaus en Chile.

TUBOS OCULTOS

Para lograr una buena aislación térmica, la casa está recubierta entera -sus pisos, paredes, cubierta- por poliestireno expandido, más conocido comercialmente como plumavit o Aislado.

“Tiene 20 centímetros de espesor. Las casas tradicionales casi ni lo ocupan o muy poco, o tienen muchos puentes térmicos por donde se escapa el calor. Al final es lo mismo que comprar un refrigerador en que la puerta no cierra bien”, dice.

En las ventanas ocuparon vidrios de triple cristal y no dos como usan los termopaneles.

“Al ser un ventanal más grueso, permite que haya una temperatura adentro de 16 grados como mínimo, mientras que el termo panel llega a 13”, explica.

Una de las cosas más relevantes es que para temperarla cuenta con un sistema de ventilación mecánica, compuesto por dos tubos que asoman en la superficie del jardín trasero. Bajan a dos metros de profundidad para modificar la temperatura del aire y luego recorren la casa para suministrar mecánicamente la temperatura requerida.

“La tierra bajo la casa está a unos 12 grados. En invierno, cuando el aire que entra al tubo llega a 1 grado, al pasar bajo la casa se calienta y luego entra, temperándola, Cuando el aire en verano llega a 30 grados y pasa por la tierra, se enfría y luego enfría la casa. Esto se mueve gracias a una máquina ventilador -que gasta como una ampolleta de 20 watts- que inyecta o extrae de la casa el aire y que tiene un filtro que lo limpia. Es un sistema mecanizado -parecido a un calefón- que no deja de nunca de funcionar. Es muy popular en Europa, pero que acá no. Viene con un temer para regular la intensidad de circulación de aire, más alto si hay más gente y me bajo cuando hay poca”, comenta.

“Me gusta jugar naipes con mis amigas y una de ellas fuma y se tenía que ir para afuera a hacerlo. Y ahora le digo que lo haga adentro de la casa porque al día siguiente ya no hay ningún olor, entras a la casa y no hay olor al cigarro del trasnoche. O he cocinado alcachofas, que son bien pasosas, y no deja ningún rastro”, afirma la dueña de casa.